Por: Iñaki Agüero Clarembaux

A pocas semanas de llevarse a cabo la Cumbre de Líderes del G20 en Osaka, Japón los días 28 y 29 de junio es interesante remarcar los distintos contextos que sujetan a los actores más importantes que allí harán presencia.

El país asiático será sede por primera vez de distintas reuniones a lo largo del año que resultarán en la Cumbre de Líderes donde los máximos mandatarios compartirán la misma mesa, a efectos de continuar con una resolución positiva de un documento final firmado por todos los miembros tal como se llevó a cabo en Buenos Aires.

Sin embargo, a pesar de haber incluido puntos y objetivos relacionados al cumplimiento  de los ODS, se espera que este año el documento final lleve adelante más políticas reales de acción en los temas de mayor envergadura, como el cambio climático y la protección del medio ambiente, los derechos humanos y las olas migratorias, más que simples acuerdos mínimos que hagan quedar bien al G20 frente a la prensa y la comunidad internacional.

“Bipolaridad definida”

En primer lugar, al igual que el año anterior, la guerra comercial entre Estados Unidos y China no ha hecho más que agudizarse. La constante toma de decisiones proteccionistas por parte de Donald Trump, las altas barreras arancelarias, el reciente conflicto entre la empresa de telecomunicaciones china Huawei y la estadounidense Google y la puja por el desarrollo del 5G enmarcan las tensiones en dirección al G20.

Asimismo, el Primer Ministro japonés Shinzo Abe, quien será el host de este año, en una conferencia no sólo se refirió a la cumbre pasada establecida en la capital argentina como exitosa sino que su objetivo principal para ésta será “liderar el crecimiento económico mundial promoviendo el libre mercado y la innovación consiguiendo tanto lo primero como la reducción de las desigualdades, y contribuyendo a la agenda de desarrollo y otros problemas globales enfocados en los ODS”.  

Entonces, es determinante destacar el rol relevante que Japón tendrá no sólo como anfitrión sino también como garante del multilateralismo, siendo China el principal defensor de este modelo actualmente. A su vez, no debemos olvidarnos de la histórica relación comercial y en materia de defensa entre Estados Unidos y Japón que han tenido desde el final de la 2da Guerra Mundial.

Además, Trump necesita de un seguimiento geopolítico en el continente frente al avance del gigante chino en la región al igual que mantener a Japón como un gran aliado y socio en Asia.

Por otra parte, hay Estados que prefieren alejarse de la escena mundial polarizada al tomar una posición más cautelosa y observadora de los hechos en lugar de intervenir en ellos de manera directa. Tal es el caso de Rusia, ya que según su líder Vladimir Putin, “cuando los tigres pelean en el valle, el mono inteligente espera para ver cómo termina”.   

Esta frase exclamada por el mandatario ruso, por más polémica que parezca, podría reflejar efectivamente cuál es la situación actual de Moscú en relación a la guerra comercial entre EEUU y China.

De manera implícita, este extracto de un proverbio chino puede verse como un guiño a Pekín que también se cristaliza en las constantes críticas de Putin hacia el relativo poderío hegemónico del dólar, la última de ellas reconocida en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo.

“Nuevos y viejos actores”

Por otra parte, del 23 al 26 de mayo del corriente tuvieron lugar las elecciones europeas para el Parlamento Europeo, que luego definieron las representaciones de la Presidencia del Consejo Europeo presidida por el polaco Donald Tusk, junto a la Presidencia de la Comisión Europea ejercida por el luxemburgués Jean-Claude Junckes.

Si bien hubo puntos a remarcar en estas elecciones a lo largo de todo el continente en términos de pérdida u obtención de escaños, como el pequeño debacle de algunos partidos socialdemócratas, un mínimo ascenso de partidos nacionalistas y el auge de partidos verdes o ecologistas en general, el acontecimiento más destacable de la semana fue que pudimos observar cómo se desarrolló en suelo británico la problemática del Brexit y el futuro de su Primera Ministra, Theresa May.

Mientras que se dio a conocer el día 7 de junio la dimisión oficial como líder del Partido Conservador británico, May seguirá en funciones como Primera Ministra interina hasta la elección de su sucesor a fines de julio, es decir, continuará por algunas semanas más en Downing Street y suponemos estará presente en el G20.

Nuevos personajes gozarán de un asiento en la Cumbre de Líderes. Es el caso del presidente brasileño Jair Bolsonaro, en lugar de Michel Temer y de Andrés Manuel López Obrador, actual presidente electo de México.

Contrariamente, habiéndose disputado y ganado las elecciones este mismo año, en los países Indonesia, Sudáfrica, Australia e India prosiguen sus correspondientes Jefes de Estado o Gobierno; Joko Widodo, Cyril Ramaphosa, Scott Morrison y Narenda Modi respectivamente.

Posibles incógnitas a resolverse  

No obstante, al reconocer la dinámica del sistema internacional  poco previsible, de aquí hasta el día de la Cumbre de Líderes pueden suceder nuevos hechos y profundizarse las tensiones ya establecidas.

¿Llegaremos a ver reuniones conjuntas en paralelo a la Cumbre entre Trump y Putin? ¿Entre el mandatario ruso y Xi Jinping? ¿Entre el líder de la potencia asiática y el mediático presidente estadounidense?

¿De qué manera puede afectar el negacionismo climático de Jefes de Estado tan relevantes como Trump y Bolsonaro al G20 en cuestiones medioambientales?

¿Cuál será el accionar de la sociedad civil? ¿Y el de la Contracumbre?

¿Se podrá llegar a un documento final firmado por todos los miembros al igual que el año anterior?

Todas estas preguntas serán resueltas, o al menos esperamos que lo sean, los últimos días de Junio en Japón cuando los miembros del G20 se vean las caras los unos a los otros y definan, en la mayoría de las dimensiones y aspectos, el rumbo hacia donde nos dirigimos.