La política internacional de Milei, entre la improvisación y el alineamiento

Por Leonel De Ruba, estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Católica de Salta, Argentina. Secretario del Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Universidad Católica de Salta, Argentina. Contacto: [email protected]

Cita sugerida: De Ruba, L.. (Día del mes del año). La política internacional de Milei, entre la improvisación y el alineamiento. [Columna de opinión]. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales. URL: https://www.ceeriglobal.org/la-politica-internacional-de-milei-entre-la-improvisacion-y-el-alineamiento/

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La asunción de Javier Milei como presidente de Argentina, en diciembre de 2023, marcó un hito en la historia política del país. Sin embargo, su llegada al poder coincidió con un escenario económico desafiante, caracterizado por indicadores negativos que reflejaban una profunda crisis económica y social.

El respaldo popular que llevó a Milei al poder se basó en gran medida en su promesa de implementar reformas profundas y audaces para abordar los problemas económicos del país. Sin embargo, su gobierno se caracteriza por una notable debilidad política, careciendo del respaldo tradicional de un partido establecido y enfrentando una representación mínima en el Congreso Nacional[¹].

A pesar de estas limitaciones, Milei ha iniciado una serie de medidas económicas y políticas destinadas a enfrentar los desafíos internos de Argentina. Sin embargo, su gestión también debe enfrentar un complejo escenario internacional, que presenta una serie de desafíos y oportunidades únicas.

En el ámbito internacional, el gobierno de Milei se encuentra en medio de una creciente disputa entre Estados Unidos y China por el dominio global, lo que afecta tanto a la seguridad como a la economía internacional. Además, la crisis en Europa, especialmente, la guerra Rusia-Ucrania, ha generado tensiones adicionales en el escenario internacional, poniendo a prueba la capacidad de Milei para navegar en un entorno geopolítico incierto.

Los primeros esbozos de la política internacional de Milei se traducen en un enfoque dogmático, basado en una visión peculiar de los acontecimientos mundiales, anclado en un anacronismo propio de la época de fines de los ochenta, con la guerra fría llegando a su final. Si bien pretende ejercer un total alineamiento con Occidente, particularmente con Estados Unidos e Israel, esta nueva doctrina de política exterior se caracteriza más por consideraciones ideológicas que por intereses nacionales o pragmatismo político.

En este contexto de estricto alineamiento, surgen interrogantes sobre la conveniencia estratégica de adherirse sin reflexión a principios que, aunque parezcan cercanos, también podrían acarrear problemas ajenos a nuestras tierras. Es evidente que una adhesión total a postulados de un país en conflicto en Medio Oriente podría convertirnos nuevamente en blanco de posibles amenazas a la seguridad nacional, sobre todo en un mundo constantemente en riesgo ante el surgimiento de extremismos de diferentes tipos.

Este alineamiento con Occidente ha llevado a una política exterior puramente ideologizada por el “discurso de libertad” y por aliarse a los países que “sostienen la democracia”, que elimina el interés nacional en favor de una adhesión rígida a los principios occidentales. Así las cosas, se plantean más cuestiones ideológicas que estratégicas, lo que puede generar tensiones con países y regiones que no comparten estas mismas visiones o que poseen claras decisiones estratégicas ante un concierto mundial muy incierto por las crecientes tensiones.

Por otro lado, la relación con China ha sido problemática, ya que el gobierno de Milei ha rechazado cualquier forma de pragmatismo y ha adoptado una postura ideológica en su relación con el país asiático. Esta cuestión ha llevado a que oportunamente el presidente lanzara fuertes improperios contra el sistema de gobierno del gigante asiático, entre otros hechos que han resonado mediáticamente.

Como ejemplo, se puede citar la situación en la que diputados o personal de la Cancillería argentina ha establecido lazos institucionales con el gobierno de Taiwán, algo que claramente enfurece a Beijing. Es sabido que el partido comunista chino, no diferencia la esfera estatal de la comercial, diplomática o cualquiera sea, ya que, entiende como unas todas las relaciones Estado-Estado [²]

Es aquí donde se puede sostener un tinte de improvisación ante una postura que Argentina ha establecido en su política exterior, ya que, desde que inició relaciones diplomáticas con la República de China, en 1945, adhirió implícitamente al “principio de una sola China”. Este reconocimiento fue hecho público y expresado de manera oficial en 2002 [³].

A su vez, esto ha llevado a una desconexión con el Sur Global, así como con organismos regionales como el BRICS y UNASUR. Cierto es que aliarse a países como Rusia o Irán -recientemente declarado por la Justicia argentina como el país detrás de los atentados terroristas más importantes de la historia de nuestro país-, no tendrían un mayor justificativo diplomático, implica ante una actual caída de los países occidentales, el abandono de una importante posibilidad de insertar a nuestro país en el mundo mediante naciones que comparten ciertas cuestiones  internacionales, tales como, la apertura del mercado económico global, un sistema más enfocado en las necesidades de países en desarrollo y el acceso más equitativo a los mercados financieros [].

En el ámbito regional, la política exterior de Milei ha sido marcada por la falta de una estrategia clara, con un enfoque ideológico que ha llevado al distanciamiento con líderes y países regionales. Es importante resaltar que las relaciones de Argentina con sus países vecinos no han experimentado un deterioro significativo, a pesar del cuestionamiento hacia los liderazgos de algunas naciones mediante insultos o estilos poco diplomáticos. Las críticas constantes a aquellos líderes que no comparten la cosmovisión del líder libertario, como lo ha hecho con los presidentes de Brasil, Colombia y Chile, significan un alejamiento de las relaciones diplomáticas o de canales de diálogos tan necesarios en un subcontinente con problemáticas tan comunes, como la transnacionalización de grupos criminales pertenecientes al narcotráfico, entre otros.

Aunque, el gobierno de Milei aún no ha emitido su postura sobre el futuro del Mercosur, evidenciando un escepticismo hacia este bloque regional, así como hacia foros y reuniones regionales para la solución de conflictos o para consolidar políticas en común, desconfiando de este tipo de organismos multilaterales. El presidente argentino, muchas veces tendrá la misma línea que Trump, acuñando para sí el lema MAGA: “Make Argentina Great Again”, tratando de aislarla de su propio contexto geográfico.

Para sintetizar, la política exterior de Milei refleja un enfoque presidencialista y dogmático, carente de una comprensión completa del escenario internacional actual. El alineamiento con Occidente ha llevado a una política exterior puramente ideologizada, que elimina el interés nacional en favor de una adhesión sin miramientos a los principios occidentales. Esto plantea desafíos adicionales para la política exterior del gobierno de Milei y sus implicaciones en el escenario geopolítico mundial.

Este es un artículo de opinión. Las opiniones y contenido no reflejan o representan necesariamente la postura del CEERI como institución.

2024-05-15T10:12:05-03:00

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