1. Comunicación en tiempos de guerra: Trump en el conflicto ruso-ucraniano
La guerra entre Rusia y Ucrania se ha configurado como un conflicto de alto impacto internacional desde su inicio a principios de 2022. Sin embargo, en las últimas semanas, el debate y el desarrollo de los acontecimientos se han centrado en los intentos de negociación para alcanzar un cese de hostilidades y en las declaraciones de Estados Unidos en sus esfuerzos por actuar como mediador. De esta forma, en esta instancia de la disputa, la diplomacia y la comunicación se han vuelto puntos clave para analizar el desarrollo actual de la situación ruso-ucraniana. Su impacto trasciende a los países directamente involucrados, alcanzando a los Estados occidentales alineados con la OTAN, a la Unión Europea — particularmente en lo referente a seguridad energética-, a los organismos multilaterales que promueven la paz y a los mercados globales que reaccionan frente a la incertidumbre geopolítica.
La forma en que los líderes comunican su posicionamiento frente a un escenario bélico incide directamente en la dinámica del conflicto. En este sentido, el discurso y la imagen proyectada por Estados Unidos resultan elementos clave para comprender su papel actual como mediador en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Luego de la reunión de Donald Trump y Volodimir Zelenski a finales de febrero en el Salón Oval de la Casa Blanca (BBC News Mundo, 2025), el rol de Estados Unidos en el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania ha sido un foco de atención relevante. En consecuencia, cabe resaltar la estrategia de comunicación que está desarrollando la actual administración Trump, analizando tanto los recursos discursivos empleados como su impacto en la percepción pública y en la dinámica de las negociaciones.
Surgen entonces algunas preguntas clave: ¿cuáles son las principales estrategias discursivas utilizadas por Donald Trump y su gabinete? ¿De qué manera podrían estas influir en las negociaciones? ¿Hasta qué punto se puede considerar a Trump un negociador neutral?
1.2 Nosotros y ellos
Uno de los objetivos de Donald Trump en su segunda administración como presidente de los Estados Unidos es diferenciarse de la reciente gestión de Joe Biden, especialmente en los aspectos de mayor impacto en la opinión pública nacional e internacional. Esto se ha demostrado en varias oportunidades mediante la comunicación gubernamental que están desarrollando desde la Casa Blanca y los distintos voceros, pero principalmente a través del estilo comunicacional directo y simplificado del presidente.
Un claro ejemplo de esta diferenciación se observa en su posicionamiento frente al conflicto en Ucrania. Mientras que Biden adoptó una postura alineada con la OTAN y sostuvo una estrategia de apoyo militar prolongado a Ucrania, defendiendo el envío de fondos y armas como parte del compromiso occidental con la democracia (The White House, 2024), Trump ha optado por un enfoque centrado en la negociación inmediata y el cese del fuego, cuestionando públicamente el gasto militar y sugiriendo que él podría “resolver el conflicto en 24 horas” (Dale, 2025).
En ese marco, la lógica amigo-enemigo1Schmitt sostiene que el enemigo en términos políticos es simplemente “el otro”, aquél que es extraño en un sentido existencial e intensivo. Según su planteo, los antagonismos adquieren un carácter más político cuanto más cercanos se encuentran al punto extremo de la confrontación. De este modo, los pueblos tienen a agruparse en torno a la oposición amigo-enemigo, la cual constituye la condición fundamental que permite la existencia política de toda comunidad (Schmitt, 1991, pp. 56-59). aparece como un componente central del discurso de Trump, en línea con una narrativa populista que tiende a construir un “nosotros” frente a un “ellos” como eje articulador del relato político. El “nosotros” está conformado por su electorado, sectores conservadores y nacionalistas que se presentan como los verdaderos patriotas, mientras que el “ellos” se construye en oposición a figuras como Biden, el Partido Demócrata, los medios críticos y ciertos actores internacionales percibidos como amenaza o traición. Esta dicotomía no solo simplifica el escenario político, sino que refuerza la identidad colectiva del grupo propio al establecer un enemigo claro y común.
La guerra ruso-ucraniana no ha sido una excepción. Reiteradamente, la administración actual de Estados Unidos señala las diferencias con las acciones realizadas por los demócratas respecto del conflicto armado. El objetivo no solo es exponer posibles errores de la administración anterior, sino también enaltecer la imagen de su gestión y ganar credibilidad como mediador. Un claro ejemplo de esto fueron las declaraciones de Trump: «Les dimos a través de este estúpido presidente (en referencia a Joe Biden) US$350.000 millones, les dimos equipo militar… Si no tuvieran nuestro equipo militar, esta guerra habría terminado en dos semanas» (BBC News Mundo, 2025).
De esta manera, se apela al efecto de negatividad, entendiendo que la información negativa tiene mayor impacto en los receptores, y se crea una dicotomía antagónica que resulta eficiente reforzando la tendencia de la mente humana a simplificar la percepción de la realidad (García Beaudoux et al., 2005).
Aquí es donde el framing2Mediante el framing se da notoriedad a ciertos atributos de los temas en un contexto comunicacional, seleccionando sólo algunos aspectos de la realidad (Petrone, 2009, 14). cobra un rol estratégico para la construcción discursiva del conflicto, y de la figura de Biden como responsable del caos internacional. Esto permite a Trump no solo deslindar responsabilidades, sino también proyectarse como la figura capaz de restablecer el orden. Al encuadrar el problema desde su perspectiva, Trump dirige la atención pública hacia una interpretación específica de los hechos, reforzando su narrativa de eficiencia y liderazgo. El encuadre funciona así como un mecanismo que no solo refuerza la lógica amigo-enemigo, sino que también legitima las propuestas propias como soluciones necesarias frente a la amenaza del “otro”. Esta estrategia consolida identidades políticas a través de oposiciones tajantes y emocionalmente movilizadoras (Petrone, 2009).

Fuente: France 24 (2025)
Lo que dejó la «sustancial» llamada entre Trump y Zelenski sobre la paz en Ucrania (France 24, 2025a)
Un punto central de esta reunión para la opinión pública fue el tono que adquirió el debate, convirtiéndose en un intercambio confrontativo. En ese contexto puede destacarse en primer lugar la acusación de Trump hacia Zelenski sobre una tercera guerra mundial con la que Ucrania estaría jugando (BBC News Mundo, 2025). Se trató de una denuncia de alto impacto en términos comunicacionales, teniendo en cuenta que una declaración como esta puede generar en los oyentes una emoción tan fuerte como el miedo. De esta forma, Donald Trump logra una activación de los sentidos y las emociones, lo que es muy importante para obtener la atención del público especialmente porque la capacidad de atención humana se rige por lo emocional (D’Adamo y García Beaudoux, 2013).
Posteriormente, Trump apeló a un valor universal como la paz para enmarcar discursivamente el conflicto. Al hacerlo, no solo sitúa la problemática dentro de un ideal ampliamente compartido, sino que también refuerza el antagonismo con Zelenski, a quien responsabiliza de obstaculizar ese objetivo:
«He determinado que el presidente Zelensky no está listo para la paz si Estados Unidos está involucrado, porque siente que nuestra participación le da una gran ventaja en las negociaciones», alegó. Y añadió: «No quiero ventajas, quiero PAZ». «Le faltó el respeto a los Estados Unidos de América en su preciada Oficina Oval. Puede regresar cuando esté listo para la paz». (BBC News Mundo, 2025).
1.4 Estados Unidos como mediador
Recientemente, Estados Unidos manifestó su intención de actuar como mediador entre Rusia y Ucrania, comprometiéndose a garantizar un futuro acuerdo y supervisar su cumplimiento (France 24, 2025b). En este contexto, Trump ha declarado en varias ocasiones su neutralidad frente a la negociación, destacando que su prioridad son los intereses de Estados Unidos: «No estoy alineado con Putin, no estoy alineado con nadie. Estoy alineado con los Estados Unidos de América» (BBC News Mundo, 2025).
Sin embargo, diversos indicios sugieren que Trump ha mostrado una preferencia por Putin por sobre Zelenski3“Me resulta francamente más difícil tratar con Ucrania y ellos no tienen las cartas” “Puede que sea más fácil tratar con Rusia” “Siempre he tenido una buena relación con Putin. Y ya sabes, él quiere poner fin a la guerra” (La Nación, 2025). El presidente estadounidense ha enfatizado que es más fácil negociar con el mandatario ruso y hace hincapié en que este “quiere poner fin a la guerra” (La Nación, 2025), mientras que Ucrania busca una ventaja estratégica con el apoyo de Estados Unidos. En este marco, la administración Trump ha caracterizado la actitud de Zelenski como una falta de respeto. Esta representación refuerza la imagen de un antagonismo en el que Putin y Trump se ubican de un lado, y Zelenski del otro, lo que evidencia el desequilibrio en el que se enmarcan las negociaciones.
Estas declaraciones de Trump sobre el presidente de Rusia buscan generar empatía de los receptores hacia el posicionamiento ruso y también con los esfuerzos de Estados Unidos por finalizar esta guerra. Esto se ha demostrado a través de la técnica del storytelling. En particular, el diplomático estadounidense Witkoff relató una historia vinculada al atentado ocurrido en Pensilvania en julio de 2024, cuando un ataque armado durante un acto político dejó múltiples víctimas y causó conmoción nacional. En su relato, Witkoff detalló que ese mismo día, Vladimir Putin se encontraba rezando junto a un sacerdote por su cercano amigo Donald Trump (El País, 2025).
Al anclar el discurso en un hecho real y emocionalmente cargado, este relato apela a valores como la amistad, la espiritualidad y la empatía, activando la identificación emocional del público. Desde una perspectiva de retórica política, el recurso del storytelling permite humanizar la figura de Putin, presentándolo como un aliado efectivo de Trump, y al mismo tiempo fortalecer su imagen como un líder querido y respaldado incluso por actores internacionales. De este modo, la narrativa no solo busca reforzar el vínculo afectivo con el electorado, sino también incidir en la percepción pública del conflicto, presentando a los actores involucrados desde una perspectiva más humana.
Este tipo de estrategias discursivas contribuyen a influir en la opinión internacional atenuando tensiones, generando empatía hacia ciertos actores del conflicto y posicionando a Estados Unidos —bajo el liderazgo de Trump— como un mediador con notable compromiso diplomático. Desde el fin de la Guerra Fría, y en contextos de violencia, los líderes han comenzado a recurrir a la diplomacia pública como una estrategia útil para prevenir conflictos. Al mismo tiempo, esta herramienta les permite promover una narrativa que legitima su rol internacional e influir en la percepción de su imagen y reputación ante otros actores del sistema internacional (Gilboa, 2024, p. 22).
De esta forma, los representantes estadounidenses mencionan sus esfuerzos por lograr la paz en la región del conflicto armado y buscan destacarse como mediadores neutrales. Sin embargo, a través del discurso dejan entrever hacia dónde se inclinará la balanza en estas negociaciones y, al mismo tiempo, mantienen en alerta a Ucrania sobre sus comportamientos.
Las declaraciones directas de Trump, amplificadas por medios alineados con su ideología como Fox News, refuerzan su posición frente a una audiencia simpatizante con su enfoque, alimentando así el sesgo de confirmación como una tendencia psíquica a creer en aquello que refuerza nuestros puntos de vista ya existentes (Pariser, 2017, p. 55).
Esto demuestra cómo el control del discurso mediático es un componente esencial en la construcción del poder en la comunicación política, en tanto los discursos constituyen el terreno sobre el cual se definen y legitiman las nociones de objetividad a partir de las relaciones entre actores y narrativas (Laclau, 2005, p. 92) .
2. Conclusión
Los acontecimientos recientes en el conflicto ruso-ucraniano ponen de manifiesto que la comunicación y la diplomacia son elementos fundamentales en la dinámica actual de este enfrentamiento. Más allá del plano militar, los discursos políticos cumplen un rol estratégico para construir narrativas que influyen en la percepción pública y en la legitimación de los actores involucrados. En este contexto, la forma en que Estados Unidos articula su mensaje, especialmente bajo la administración Trump, no solo refleja un estilo comunicacional orientado a la diferenciación y al fortalecimiento de una identidad política a través de discursos polarizados, sino que también plantea el problema central de este análisis: cómo dichas estrategias comunicacionales inciden en las posibilidades de negociación y en la configuración de Estados Unidos como mediador en el conflicto.
La construcción discursiva de un escenario basado en la lógica amigo-enemigo y el uso del framing para encuadrar los hechos no solo simplifica el complejo panorama internacional, sino que también sirve para consolidar un liderazgo fuerte y movilizador. Esta estrategia discursiva impacta en la opinión pública, tanto a nivel nacional como internacional, condicionando la forma en que se entienden las posibilidades y limitaciones de las negociaciones de paz. En este sentido, las declaraciones de Trump, junto con recursos como el storytelling, contribuyen a reforzar percepciones favorables hacia su figura y a moldear la interpretación del conflicto en torno a sus intereses. La comunicación, por tanto, es un espacio de disputa donde se juegan intereses, percepciones y posicionamientos que van más allá del conflicto armado en sí, influyendo en la legitimidad y el margen de acción de los actores involucrados.
Finalmente, el papel de Estados Unidos como mediador en el conflicto ruso-ucraniano se presenta como una negociación constante entre la búsqueda de legitimidad diplomática y la defensa de intereses estratégicos. La comunicación política en tiempos de guerra se convierte en una herramienta clave para influir en la opinión internacional y para proyectar una imagen de liderazgo que pueda gestionar tanto la presión interna como los desafíos globales, dado que el discurso político no solo informa sobre la realidad, sino que la configura y orienta su interpretación. En definitiva, el análisis demuestra que la estrategia comunicacional de la administración Trump no solo busca mediar, sino también moldear la percepción con el fin de consolidar su liderazgo y orientar el desenlace del conflicto en función de los intereses estadounidenses.
- 1Schmitt sostiene que el enemigo en términos políticos es simplemente “el otro”, aquél que es extraño en un sentido existencial e intensivo. Según su planteo, los antagonismos adquieren un carácter más político cuanto más cercanos se encuentran al punto extremo de la confrontación. De este modo, los pueblos tienen a agruparse en torno a la oposición amigo-enemigo, la cual constituye la condición fundamental que permite la existencia política de toda comunidad (Schmitt, 1991, pp. 56-59).
- 2Mediante el framing se da notoriedad a ciertos atributos de los temas en un contexto comunicacional, seleccionando sólo algunos aspectos de la realidad (Petrone, 2009, 14).
- 3“Me resulta francamente más difícil tratar con Ucrania y ellos no tienen las cartas” “Puede que sea más fácil tratar con Rusia” “Siempre he tenido una buena relación con Putin. Y ya sabes, él quiere poner fin a la guerra” (La Nación, 2025)