El pasado 13 de septiembre, entre 110.000 y 150.000 personas se manifestaron en el centro de Londres para protestar contra la llegada de más inmigrantes al Reino Unido. Aunque el evento fue convocado como una marcha por la libertad de expresión, las consignas racistas, supremacistas y anti-migratorias no tardaron en hacerse notar. “Put British people first” [“Poner a los británicos primero”], “Save our children” [“Salven a nuestros hijos”], o “Deport all illegals” [“Deporten a todos los ilegales”] fueron algunos de los carteles que acompañaron a cientos de miles de banderas británicas e inglesas. Tampoco faltaron los crucifijos, estandartes norteamericanos, gorras MAGA y homenajes a Charlie Kirk.
La movilización fue calificada como la mayor manifestación nacionalista de los últimos tiempos, incluso de toda la historia del Reino Unido. Lejos de representar un descontento focalizado en Londres, habitantes de todo el país se hicieron presentes para manifestarse en la capital (Cheshire, 2025). El clima político global, el auge de la extrema derecha a nivel internacional y la creciente hostilidad frente a las políticas migratorias aperturistas, se condensaron en una protesta que visibilizó a un sector de la población que parece dispuesto a mantenerse en el centro de la política británica por un tiempo.
Migración en el Reino Unido
De acuerdo con el Observatorio de Migración de la Universidad de Oxford (2025), aproximadamente el 15% de la población británica nació en el extranjero. En comparación con otros países de la OCDE, el Reino Unido se ubica en el puesto 17 de 34. Luxemburgo encabeza la lista con el 51% y es seguido por naciones como Australia con el 31%, Canadá (22%) y España (17%). Tras la efectivización del Brexit en enero del 2020, los sucesivos gobiernos conservadores se vieron forzados a implementar medidas de liberalización -como la extensión de visados humanitarios, universitarios o laborales- para contrarrestar el impacto económico negativo de la salida de la Unión Europea.
No obstante, a partir de 2024 el entonces primer ministro conservador Rishi Sunak aplicó un conjunto de políticas destinadas a reducir la inmigración, sobre todo aquella que fuese extracomunitaria. Se estima que este tipo de migración cayó un 34% respecto del año anterior. Los ciudadanos indios fueron, con diferencia, la nacionalidad más numerosa que llegó al Reino Unido en aquel año (17% de los inmigrantes totales), seguidos por los paquistaníes y los chinos (8% y 7%, respectivamente) (Observatorio de Migración, 2025).
El arribo al poder del laborista Keir Starmer en julio de 2024 no se tradujo en una ruptura respecto de la política migratoria que aplicaron los conservadores. En mayo de 2025, el primer ministro introdujo una reforma migratoria que endureció las posibilidades de solicitar asilo. En un discurso de tono duro, Starmer expresó: “sin normas migratorias fuertes, nos arriesgamos a convertirnos en una isla de extraños […] debemos volver a tomar control de nuestras fronteras […] necesitamos reducir significativamente la inmigración” (Sky News, 2025). La continuidad de una política migratoria cerrada no ha hecho más que permitir el fortalecimiento de aquellos que discursivamente hacen de la anti-migración su principal causa. Tanto el laborismo como el conservadurismo se han visto debilitados en la opinión pública, mientras que el partido de derecha radical Reform UK, liderado por Nigel Farage, actualmente mide un 32% (cifra que viene incrementándose en los últimos meses y que lo ubica, por lejos, en primer lugar) en las intenciones de voto (Politico, 2025).
Tommy Robinson: del fascismo marginal al centro de la escena
La figura de Tommy Robinson (pseudónimo para Stephen Yaxley-Lennon) es central para explicar la masividad de las manifestaciones del 13S. Este hombre de 42 años participó durante su juventud en agrupaciones neofascistas británicas (como el histórico British National Party). En 2017, trabajó como periodista en el medio canadiense Rebel News, una plataforma ultraderechista que difunde teorías conspirativas. Desde allí, el activista nacido en Luton ha hecho de las posturas antimigratorias su mensaje principal: advirtió sobre una supuesta «invasión militar» de Europa a causa de los cientos de miles de refugiados y afirmó que el islamismo y el fascismo eran “lo mismo” (Grierson, 2025).
Su prontuario criminal es extenso y por él ha servido tiempo en prisión: posee condenas por violencia, fraude financiero, posesión de cocaína y delitos contra el orden público. También tiene condenas por acoso y hostigamiento a periodistas y ha sido condenado en dos ocasiones por desacato al tribunal (Grierson, 2025). Pese a lo anterior, Yaxley-Lennon logró, a través de sus redes sociales, algo que tiempo atrás hubiese sido impensable: movilizar a cientos de miles de personas en un evento que amplificó las teorías conspirativas racistas —como la del Gran Reemplazo— y los discursos de odio hacia musulmanes y los migrantes.

Aunado a la masividad del 13S, Robinson consiguió reunir en un mismo escenario a múltiples figuras pertenecientes a la Internacional Reaccionaria (concepto trabajado por el profesor argentino Juan Gabriel Tokatlian en múltiples escritos durante los últimos años). Entre los oradores figuraron Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo y férreo militante de las ideas de derecha radical; Éric Zemmour, líder del partido ultraderechista francés Reconquête, que resultó en cuarto lugar en las últimas elecciones de 2022 con un 7% de los votos; y Benjamin “Ben” Habib, un empresario que lidera su propio partido de extrema derecha Advance UK, quien en una entrevista sugirió que algunos migrantes que lleguen al Reino Unido por bote deberían ser abandonados para ahogarse (Grierson, 2025). El respaldo masivo y la presencia de referentes internacionales evidencian la creciente articulación de un movimiento reaccionario global que encuentra en el Reino Unido un terreno fértil.
La respuesta de Downing Street y la contramarcha
En respuesta a los acontecimientos Starmer destacó que el Reino Unido “no entregaría su bandera a aquellos que la usan como símbolo de violencia, miedo y división”. Añadió que la misma “representa un país diverso, y que no permitiría que haya ciudadanos intimidados por su origen o color de piel” (McArthur, 2025). Pese a ello, la contundencia de sus declaraciones sobre Unite the Kingdom contrasta con las restrictivas políticas migratorias aplicadas, como se comentó anteriormente.
La violencia durante la jornada no fue sólo retórica. Manifestantes y fuerzas de seguridad protagonizaron fuertes enfrentamientos en las calles del centro de Londres: 26 policías resultaron heridos y 25 asistentes fueron arrestados por alterar el orden público. Sadiq Khan, alcalde de Londres por el Partido Laborista, calificó de “inaceptables” los episodios de violencia (Nicholls, 2025).
A tan sólo unos metros de la concentración principal, miles de ciudadanos opositores también se hicieron presentes en una contra-marcha. Éstos se congregaron cerca de Trafalgar Square bajo la consigna Stand Up to Racism [Enfréntate al Racismo], con el objetivo de denunciar la discriminación y el antiislamismo promovidos por Yaxley-Lennon y sus seguidores. Los protestantes embanderaron frases como “sin justicia, sin paz, sin fascistas en nuestras calles” o “así es como se ve una comunidad” (Nicholls, 2025).
Conclusión
Los hechos producidos durante el 13 de septiembre del 2025 quedarán, sin dudas, en la memoria política británica por un tiempo. Estos acontecimientos serán una clave importante a la hora de analizar los resultados de la próxima elección general al Parlamento (la cual, dado los bajísimos niveles de aprobación con los que cuenta la administración Starmer -22%-, podría ser convocada en los próximos meses) (YouGov, 2025).
El fuerte clima de polarización política, económica, social y cultural, sumado al descontento de la clase media británica por la llegada de migrantes a la isla, representa un fiel reflejo de la realidad que transita occidente en la actualidad. El crecimiento de figuras como la de Tommy Robinson o Nigel Farage se encuadra en la época de lo que Enzo Traverso (2021) denominó “posfascismo”. Existen múltiples ejemplos en la Europa continental o en Norteamérica que ilustran cómo —frente a una crisis de la representación— figuras de la derecha radical crecen políticamente exponiendo soluciones xenófobas frente a estas problemáticas.
Además de lo mencionado anteriormente, el actual gobierno progresista ha terminado por adoptar (al igual que ocurrió en otras partes del mundo) la retórica discursiva e incluso las políticas postuladas por la extrema derecha. Esto, lejos de generar una suerte de cerco que aísle a la derecha radical, favorece la expansión de los discursos de odio, del ultranacionalismo y del racismo de Estado.

