Por: Agustín Ricciardi.

 

Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos, fueron las palabras de Alejandro el Grande, ya incluso antes del nacimiento de Cristo, uno de los estrategas más grandes de la historia de la humanidad nos adelantaba una premisa que en los últimos meses parece haber surgido como una novedad.

 

El hecho de que la gran mayoría de las personas actúen como verdaderos ciudadanos, comprometidos con el problema y sobre todo con la solución, es algo que nos sorprende, nos entusiasma y también nos indigna colectivamente por los que no son parte de esa mayoría.

 

La crisis sin precedentes que está viviendo la humanidad nos muestra dos situaciones muy diferentes. Hacia el interior de los Estados, la pandemia está fomentando la unión, la solidaridad, la conciencia y la empatía entre la gran mayoría de los ciudadanos, pero hacia el exterior, estamos siendo testigos de políticas sanitarias proteccionistas, decisiones unilaterales y asinergia entre las instituciones que supuestamente defienden intereses nacionales comunes, tales como las de la Unión Europea.

 

En el 2015, líderes de todos los países se reunían en la Asamblea General  de Naciones Unidas para adoptar la Agenda 2030, un norte hacia donde las naciones tenían que dirigirse para emprender un nuevo camino, donde se mejore la vida de todos y no se deje a nadie atrás. Habiendo pasado 5 años desde ese día, podemos decir que tan solo avanzamos unos pequeños pasos y esto es debido al debilitamiento de los espacios de diálogo multilaterales.

 

La situación actual es catastrófica y sin precedentes, pero también es una oportunidad de aprendizaje y una invitación a mejorar como sociedad global. Podemos ver cómo las empresas están poniendo la tecnología al servicio de sus objetivos, desarrollando programas de trabajo a distancia; los sistemas educativos están logrando dar respuesta a través de la red y los Estados están tomando medidas para blindar sus sistemas de salud y proteger económicamente a las poblaciones más vulnerables.

 

Las ONG que ya habían diseñado sus programas anuales, vieron la necesidad de reformularlos, elaborando planes de contingencia y poniéndose al servicio de las autoridades nacionales correspondientes de cada territorio.

 

Sin embargo, también tenemos que mencionar la situación de los países en vías de desarrollo, donde las condiciones son extremadamente más complejas para los ciudadanos, lo que para nosotros puede ser algo muy simple como lavarse las manos para evitar el contagio, en muchos casos, los países no cuentan con sistemas de saneamiento adecuados, por lo que el agua no está en condiciones de ser usada para tal fin, no hace falta tampoco mencionar la imposibilidad para acceder a educación a distancia, modalidades de trabajo online o la deficiencia de los sistemas de salud, tal como el de Mali que cuenta con 1 respirado por millón de habitantes.

 

En una columna de opinión para EL PAÍS de España, la ex Vicepresidenta de Panamá, Isabel de Saint Malo de Alvarado (2020) decía: 

No tengo dudas de que esta crisis pasará, con importantes costos en términos de vidas humanas, empleos, para la subsistencia y las economías. Pero pasará. La pregunta es si lograremos que superada la crisis no regresemos a lo que conocemos como lo normal, que sabemos tiene aún retos pendientes como la desigualdad y la pobreza. Mi apuesta es a que la crisis lleve al mundo a comprender que la solución a los problemas globales requiere de abordajes globales y que el vehículo y el escenario para ello son los espacios multilaterales.

 

Muchos pueden pensar que este sacudón que está viviendo el mundo nos obliga a reprogramar agendas, cancelar reuniones y posponer alianzas, nada de esto podría estar más lejos de la realidad, la mejor forma que tienen las naciones de afrontar la crisis es de manera multilateral y la Agenda 2030 puede ser el marco que necesitamos para coordinar los esfuerzos.

 

Es responsabilidad de los gobiernos, pero también de las sociedades fomentar el desarrollo de cada uno de los ODS, cada ciudadano de a pie es protagonista en al menos 16 de los objetivos, y para el ODS 17 Alianzas para lograr objetivos, nuestra tarea es exigir. Citando nuevamente a Alejandro Magno, de la conducta de cada uno depende el destino de todos.

 

A la creciente unilateralidad, debemos exigirle mayores y mejores alianzas.