Por: Micaela Marenco.

Entenderemos democracia como aquel sistema político en el cual los electores eligen periódicamente a sus gobernantes a través de elecciones competitivas con incertidumbre ex–ante e irrevocabilidad ex–post. Los gobernantes electos ocupan diferentes cargos puesto a que el poder se encuentra divido en 3 partes; para así constituir un sistema de pesos y contrapesos que sirven para proteger los derechos y libertades de los ciudadanos del territorio.

Una vez que estos regímenes logran instalarse en una sociedad es difícil que sus ciudadanos estén dispuestos a sacrificar ciertos derechos y libertades que las democracias les otorgaron a cambio de una gestión política más eficiente.

Claro está que frente a una crisis, los ciudadanos aumentan sus expectativas de lo que el gobierno es capaz de hacer y pone en evidencia las destrezas de ellos para llevarlas a cabo. En la llegada del Covid-19 podemos encontrar evidencias de cómo los diferentes Estados se las ingenian para sobrellevarla. Con las medidas implementadas podríamos llegar a pensar en el fin de las democracias liberales tal y como las conocemos hasta hoy. Por eso es importante estar al tanto de cómo estas medidas van evolucionando a lo largo del mundo. Para esto, a continuación explayare algunos casos en los que las libertades se ven perjudicadas por el hecho de proteger la salud.

Por un lado tenemos cuarentenas masivas. Muchos países alrededor del globo recurrieron a la restricción de la libertad de circulación para sus miembros como una política para combatir esta pandemia. En otras palabras, los gobiernos están limitando el movimiento de los ciudadanos en su vida privada. Por el contexto en el que estamos, los ciudadanos lo tomaron como una medida salvadora y de protección para sus miembros pero ¿Qué pasaría si esta medida se prolonga en el tiempo? ¿continuarían apoyándolo de esta manera?

También contamos con decisiones tomadas por decreto o un aumento de los poderes del ejecutivo a la hora de tomar decisiones. Estamos ante un estado de emergencia, donde las medidas de prevención y accionar ante lo que está ocurriendo deben ser tomadas con gran velocidad por lo que vemos a estos decretos como una salvación por el contexto. Sin embargo, gobernar sin pesos ni contrapesos suele ser muy tentador una vez que se comienza a utilizar este mecanismo. Con esto quiero expresar que, una vez terminada esta situación, las medidas deberían volver a tomarse en conjunto entre los poderes que constituyen el gobierno, y no solo por el ejecutivo. Si esto no cambia, habría un cambio profundo en la manera de tomar las decisiones.

Por otro lado, vemos la decisión de retrasar las elecciones programadas tanto nacionales, estatales como locales como forma de evitar el contagio de sus ciudadanos. Podemos ver esto en las elecciones postergadas en Bolivia o en el atraso sobre el referéndum constitucional de Chile. Si bien una alternativa posible sería implementar tecnología para poder realizar las elecciones normalmente ya sea por correo o por voto electrónico, no todos los países cuentan con esa infraestructura digital para llevarlo a cabo, teniendo como una alternativa la postergación de dicha elección hasta que sea viable realizarla personalmente. De todas formas, el método remoto de hacerlas también puede jugar en contra porque no todos los ciudadanos pueden adecuarse a estos medios de votación.

Las protestas existentes antes esta pandemia se ven impedidas de ser realizadas con las cuarentenas estrictas. La mayoría de ellas recurren al internet como medio para comunicar su descontento y no verse desarticuladas por el contexto que las condiciona; sin embargo, este método no tiene igual respuesta que una protesta física porque no afecta de igual manera a quienes toman las decisiones.  Un ejemplo contrario a esto lo vemos en Israel, donde la población se manifestó siguiendo un protocolo de seguridad, utilizando barbijos y respetando la distancia entre personas.

Otro método empleado por los gobiernos son las aplicaciones para localizar a los ciudadanos, las cuales son utilizadas como una estrategia para la contención de este virus. Sin embargo, pueden ser vistas como una amenaza profunda hacia la vida privada de los ciudadanos, aun mas si estas aplicaciones continúan vigentes cuando esta situación llegue a su fin.

Todavía no estamos en condiciones de concluir que las democracias liberales llegarían a su fin porque las medidas implementadas para combatir el virus podrían volverse atrás y no habría cambio alguno. Todo queda en manos de la evolución que podamos observar, con el paso del tiempo, en estas medidas de emergencia.