Putin y Ucrania: lecciones de la Política de Apaciguamiento

Por Enzo Cardone, profesor de Grado Universitario en Historia. Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.

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Cita sugerida: Cardone, E. 2024. Putin y Ucrania: lecciones de la Política de Apaciguamiento [Columna de opinión]. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales. URL: https://www.ceeriglobal.org/putin-y-ucrania-lecciones-de-la-politica-de-apaciguamiento/

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La invasión rusa, llevada a cabo en febrero del 2024, en territorio ucraniano dejó en vilo a todo el mundo, siendo el mayor ataque militar convencional en territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Desde ese momento, diversas figuras políticas, líderes mundiales e internacionalistas, debaten sobre las implicancias para ambas partes y posibilidades de finalizar el conflicto. Una opción esgrimida por muchos es otorgar concesiones territoriales a Rusia y reconocer su soberanía sobre Crimea, Donetsk y Lugansk para poner fin al conflicto. Realizar este reconocimiento, sería ceder frente a las pretensiones y aplicar una Política de Apaciguamiento. Sobre este caso podemos realizar paralelismos con eventos históricos del periodo de entreguerras que reflejan ciertas similitudes.

La Política de Apaciguamiento es una política diplomática que consiste en realizar concesiones, normalmente territoriales y económicas, a una potencia agresora para evitar el estallido de un conflicto o la escalada de este. Indefectiblemente, el hecho paradigmático que se utiliza para ejemplificar esta política, son las acciones llevadas a cabo por el Primer Ministro inglés, Neville Chamberlain en la Conferencia de Múnich de septiembre de 1938, en donde aceptó las exigencias alemanas sobre los Sudetes, sin consultarlo con el máximo damnificado: el Estado de Checoslovaquia, pensando que estas concesiones traerían consigo paz al ya oscuro escenario europeo, que se encontraba en el abismo de otra conflagración mundial.

El Acuerdo de Múnich no fue un hecho aislado sino que, durante toda la década de 1930, las futuras potencias que formarían el Eje en el conflicto mundial desafiaron a la recientemente creada Sociedad de las Naciones y su fallida seguridad colectiva. Por ejemplo, Japón, que durante fines de la década de 1920 tuvo un auge del militarismo en la política en detrimento de los gobiernos civiles, conquistó la región de Manchuria en 1931 perteneciente a la República China sin mayores consecuencias que algunas insuficientes sanciones económicas referidas al acceso de materias primas. Italia hizo lo mismo en 1936 con Etiopía que anexionó a su territorio siendo Estado miembro de la Sociedad de las Naciones sin mayores represalias, al igual que la anexión de Albania en abril de 1939.

El ascenso de Hitler en 1933 al puesto de canciller trajo aparejada una retórica revanchista. La violación del Tratado de Versalles y el rearme del país fue realizado ante la mirada atónita de la comunidad internacional. Gran Bretaña, antiguamente garante del equilibrio de poder en el viejo continente, permitió todo e incluso lo alentó, considerando que mediante esta forma las reclamaciones territoriales alemanas irían en descenso una vez logradas. En marzo de 1938, el Estado alemán anexiona Austria y, luego, la comentada región de los Sudetes. Llegando al punto de invadir Polonia en septiembre de 1939, iniciando el conflicto mundial. 

La Política de Apaciguamiento falló ante el modelo de Estados totalitarios que buscaron quebrar el orden establecido y la paz, ya que sus acciones no tuvieron consecuencias en el plano internacional. La continuidad de la aplicación de esta política fue constante durante el resto del s. XX, y el s.XXI no es una excepción.

Vladimir Putin llegó al poder de la Federación Rusa en 1999 y desafió abiertamente y por primera vez el orden internacional invadiendo Georgia, país soberano en el Cáucaso Sur en 2008. Desde 2003, luego de la llamada Revolución de las Rosas, el país comenzó un viraje ideológico y un acercamiento a la OTAN y a Bruselas. La invasión duró 5 días, se saldó con la anexión de facto por parte de Rusia de las provincias georgianas de Osetia del Sur y Abjasia. Esta operación militar fue criticada, particularmente por la Unión Europea, pero no se tomaron represalias ni se aplicaron sanciones económicas contra la Federación Rusa.

Un hecho de similares características en el espacio postsoviético se repitió, pero en este caso, involucrando a Ucrania. Luego de los sucesos del Euromaidán, una serie de protestas detonadas por la suspensión del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea, Kiev tuvo un gran giro político y volvió a acercarse a las potencias occidentales. En represalia las fuerzas rusas invadieron la península de Crimea y anexionaron el territorio de forma unilateral y sin reconocimiento por parte de la comunidad internacional. Paralelamente, en los óblast ucranianos de Donetsk y Lugansk, manifestantes apoyados por Rusia toman el poder y organizan un cuestionable referéndum reconocido por Rusia, donde vence la opción de independizarse de Ucrania. Esto desencadena el comienzo de la Guerra del Donbás, un conflicto de baja intensidad, que enfrentó a las fuerzas ucranianas contra las prorrusas, hasta la invasión de 2022.

Contrario a lo ocurrido con Georgia en 2008, los países occidentales, luego de la anexión de Crimea y Sebastopol, comenzaron a aplicar sanciones particularmente contra ciertos ciudadanos rusos implicados en la operación. Sin embargo, Alemania y otros países europeos aumentaron sus inversiones y su relación comercial en el plano energético con Moscú en el periodo 2014-2022 y no hubo ayuda determinante en el plano militar para el gobierno ucraniano, siendo estas medidas, una vez más, insuficientes para limitar las pretensiones rusas más allá de sus fronteras.

La invasión a Ucrania a gran escala ocurrida en febrero de 2022 sorprendió a todo el mundo, pero no lo podemos considerar un hecho aislado, sino que es la culminación de una serie de desafíos contra el orden internacional y a la soberanía de los Estados, llevada a cabo por la Federación Rusa. Desde 2008, la comunidad internacional optó, nuevamente, por la Política de Apaciguamiento para hacer frente a Putín, fallando en su cometido, ya que la conflictividad y las pretensiones fueron en aumento. 

Esta actitud vacilante frente a líderes que buscan quebrantar el orden constituido, ocasiona que estos eventos sean cada vez de mayor intensidad y recurrencia al no sufrir consecuencias reales por sus acciones. Los distintos actores internacionales deben actuar con mayor contundencia y aplicar medidas que impacten sobre los Estados transgresores antes de que estas actitudes terminen en un enfrentamiento de mayor impacto.

Este es un artículo de opinión. Las opiniones y contenido no reflejan o representan necesariamente la postura del CEERI como institución.

2024-06-19T11:42:51-03:00

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