Por Camila Macarena Lacamoira, estudiante de Máster Internacional de Ciencias Políticas, Universidad Europea del Atlántico, España. Contacto: [email protected]
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La diplomacia cultural es un vínculo entre dos conceptos que resultan difíciles de definir con claridad. Al concepto de cultura se lo puede analizar a partir del enfoque de Robert Barthes:
En una sociedad, los mitos son los instrumentos de los que se vale la clase dominante para imponer sus valores, sus intereses, sus ideas como universales, naturales e intemporales. Por eso, un mito no puede ser jamás subjetivo, individual; es siempre colectivo y social. (Barthes, R. (1999). Mitologías. México: Siglo Veintiuno Editores, pag 238.)
Esto significa que una cultura se define por los mitos compartidos por sus integrantes. Estos «mitos» no se refieren a relatos ficticios o leyendas, sino a narrativas, símbolos y significados adoptados por una cultura, que contribuyen a su cohesión e identidad. Incluyen héroes nacionales, eventos históricos y cuentos populares que encapsulan los valores y creencias culturales. Por otro lado, la diplomacia es el proceso mediante el cual las naciones y actores internacionales interactúan para buscar acuerdos y promover intereses comunes, implicando negociación, diálogo y compromiso.
Actualmente, la cultura es clave en la diplomacia, influyendo en las relaciones internacionales. La coordinación oficial es esencial para proyectar la imagen de un país, formar alianzas y compartir valores en un mundo globalizado. La diplomacia cultural, liderada por diplomáticos culturales, fomenta la comprensión mutua y la cooperación. Al proyectar positivamente la cultura nacional, fortalece las relaciones bilaterales y contribuye al soft power, es decir, en su capacidad de influir en otros a través de la atracción y la persuasión en lugar de la coerción.
Para comprender mejor su influencia, es necesario examinar algunos casos relevantes de diplomacia cultural que nos permite comprender cómo la promoción y el intercambio cultural pueden influir positivamente en las relaciones entre países. A continuación, destaco tres países que han influido en mí a través de su cultura:
La diplomacia cultural estadounidense ha sido un componente fundamental en la construcción de relaciones duraderas y en la promoción de valores democráticos en el escenario internacional.
Durante la Guerra Fría, se utilizó como una herramienta estratégica para contrarrestar la influencia soviética y promover los valores democráticos y capitalistas. Tras este período, la diplomacia cultural se adaptó para impulsar la globalización y mejorar la imagen internacional del país a través de programas de intercambio cultural como el Programa Fulbright y el programa de Enseñanza de Inglés como Segundo Idioma (TESOL) que han surgido para promover la cultura estadounidense en el extranjero.
La industria del entretenimiento, los intercambios culturales y las instituciones culturales son algunas de las principales estrategias y herramientas utilizadas por Estados Unidos en su diplomacia cultural. Hollywood y la música estadounidense llegan a audiencias globales, mientras que los programas de intercambio estudiantil y las instituciones culturales promueven una comprensión más profunda de la cultura estadounidense en el extranjero.

Discover Los Angeles. (Junio 2, 2021). Las mejores panorámicas del letrero de Hollywood. Recuperado https://www.discoverlosangeles.com/es/las-mejores-panor%C3%A1micas-del-letrero-de-hollywood
Otro país que se destaca por su estrategia cultural es Japón, que ha integrado elementos de su cultura popular, como el J-Pop, en su diplomacia. Bajo el liderazgo del ex ministro Taro Aso, Japón ha demostrado cómo la promoción de su cultura puede fortalecer sus lazos internacionales. El mensaje central de la intervención del ex ministro Aso, sobre nueva dirección de la diplomacia cultural, puede resumirse en la frase: “una diplomacia cultural que deja de lado la cultura popular no se merece ser llamada una verdadera diplomacia cultural”. (Aso, T. (2006, abril). Presentación en la Digital Hollywood University, Tokio, Japón.)
La inclusión de proyectos innovadores como el Premio Internacional Manga, Embajador del Anime y el programa Cultural Exchange Interns (prácticas en el ámbito de la cultura) para estudiantes universitarios extranjeros en las Embajadas y Consulados de Japón en el exterior, junto a promoción de las comidas típicas japonesas como el Sushi, no solo enriquece la presencia cultural de Japón en el mundo, sino que también abre nuevas vías para el diálogo y la colaboración entre diferentes culturas.
Personalmente, el país que ha sido más relevante, para mí, en relación a la diplomacia cultural es Corea del Sur. El país ha capitalizado el creciente interés mundial en su cultura, especialmente a través del K-pop, los dramas televisivos y las películas, para promover activamente su cultura en el extranjero y despertar un interés sin precedentes por la cultura y el idioma surcoreanos. Los programas de intercambio cultural, festivales y exposiciones organizados por Corea del Sur no solo fomentan la comprensión mutua y la cooperación, sino que también impulsan el turismo y el comercio internacional.
Corea del Sur ha integrado la diplomacia cultural en su estrategia diplomática más amplia, está estrategia conocida como la «ola coreana», también conocida como “Hallyu”, ha permitido llegar a una diplomacia cultural más sólida y ha fortalecido las relaciones internacionales del país.

Miembros del grupo de K-pop BTS, uno de los pilares de la Hallyu de Corea del Sur, en la Casa Blanca (2022).
Para finalizar, la diplomacia cultural consiste en utilizar la cultura como un medio para mejorar las relaciones internacionales y fomentar la comprensión mutua entre naciones. Al igual que un gobernante debe ser conocido y respetado para ganarse la confianza de su pueblo, los países deben promover y compartir su cultura para ganarse la confianza y el respeto de otras naciones.
La comprensión mutua y el respeto por la cultura de otros países son esenciales para construir relaciones sólidas y positivas. Esta es una de las razones por las que admiro tanto la diplomacia cultural: permite que los países se conecten a un nivel más profundo y significativo, más allá de la política y la economía.