Por: Grupo de investigación de Ambiente

Energía y recursos naturales.

Alvarez Romagnoli, Lourdes. Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Católica de Córdoba. [email protected]

Boretti, Julieta, Licenciada en Relaciones Internacionales. Estudiante de Ciencia Política, Universidad Católica de Córdoba. [email protected] 

Moreno Carmona, Alberto. Relaciones Internacionales, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. [email protected]

Cita sugerida: Alvarez Romagnoli, L., Boretti, J. y Moreno Carmona, A. (2022). La lucha por el oro azul: un informe sobre la geopolítica del agua. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales, p. 1-10.

 

Resumen: El agua es un recurso de gran valor que ha condicionado el desarrollo de la historia humana por su dimensión geográfica, política y económica. En la actualidad, su creciente escasez plantea un problema de gestión que puede devenir en una crisis global si no se reconoce a tiempo. A partir del análisis de datos cuantitativos sobre su distribución global y enmarcados en un enfoque sobre la seguridad sostenible, el informe presenta los ejes claves para comprender cómo el agua puede profundizar la cooperación o desencadenar un conflicto.

Palabras clave: agua; geopolítica; seguridad; privatización; Latinoamérica.

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  1. Introducción 

En la actualidad es posible concebir al agua como algo más que una fuente imprescindible para la vida; hoy en día, el agua se presenta como fuente  de conflictos, como parte intrínseca de la guerra de poderes, la lucha por la supervivencia y la riqueza. El desigual acceso a este recurso es motivo de pobreza e injusticia social, como también una brecha más que diferencia a los países del sur global respecto a los del norte global (Yepes & Ramirez, 2011, p. 150).  De esta manera, el agua, afirma Segrelles Serrano (2007), tiene una dimensión geopolítica ya que alrededor de ella se estructuran grandes procesos políticos, económicos, sociales y culturales de la humanidad. Es posible remontarse a las primeras grandes civilizaciones de la Mesopotamia, asentadas entre los ríos Tigris y Eúfrates, en lo que hoy se conoce como Irak y Siria, para comprobar que el agua cumplió un rol fundamental en la historia de la humanidad. Un recurso de tal valor conlleva una amenaza para quien lo posee. 

Desde el 11-S y el inicio de la “guerra contra el terrorismo”, Washington, Londres y otras capitales occidentales, han fomentado la idea de que el terrorismo internacional es la mayor amenaza a la que el mundo se enfrenta en la actual coyuntura. Sin embargo, como ponen de manifiestio Abbott, Rogers y Sloboda (2006), el terrorismo internacional es una amenaza relativamente menor comparada con otras tendencias globales subyacentes. Entre estas tendencias se destacan cuatro grupos de factores que pueden identificarse como las causas subyacentes de los conflictos y la inseguridad en el sistema internacional: el cambio climático; la competencia por los recursos; la marginación del mundo mayoritario; la militarización global.  Estos factores son las tendencias que conducirán a una inestabilidad regional y global sustancial (Abbot, Rogers & Sloboda, 2006, p.1). 

A partir de esto, el presente informe tiene como objetivo abordar el segundo factor “la competencia por los recursos”, específicamente en los conflictos que radican en la competencia por el agua. Para ello, en primer lugar, se desarrollarán los antecedentes de la temática;en segundo lugar, se profundizará acerca de la disputa global que acontece alrededor del agua, relevando cual es la situación actual y las diversas posturas al respecto. En tercer lugar,se abordará la geopolítica del agua en la región latinoamericana y los conflictos pasados y presentes. Por último,se presentará una breve conclusión. 

  1. Antecedentes

A partir del informe elaborado por CEERI Joven en relación a la disputa por la Cuenca del Río Jordán (Soto et al., 2021), se destaca la siguiente conclusión. Es posible observar que en aquellas zonas donde los recursos son compartidos entre Estados con tensiones latentes, el agua demuestra su dimensión geopolítica al ser utilizada como herramienta de control y presión.

Por otro lado, experiencias como la Guerra del Agua en Bolivia ejemplifican el grado de conflictividad que una disputa por el recurso puede adoptar. Este conflicto particular se enmarca en la discusión en torno a la privatización del agua, un tema que se discutirá en el presente informe. 

  1. Una disputa global

En la actualidad, el agua es la base de los procesos productivos alrededor del mundo. Específicamente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estima que alrededor del 70% de los recursos hídricos se utilizan para fines productivos agrícolas y ganaderos (citado en Segrelles Serrano, 2007, p. 3). A esta dimensión geopolítica se le suma una dimensión económica: las necesidades humanas son ilimitadas, mientras que los recursos son escasos. En esta contradicción se asienta la necesidad que los países tienen de controlar y administrar sus recursos hídricos para asegurar su desarrollo (Bruckmann, 2016). Los intereses no son uniformes entre los actores globales, por lo que surgen discusiones por la gestión más apropiada. De esta manera, como Sergio Abreu (2010) argumenta, la transformación en la connotación que ha sufrido el recurso, le ha brindado la capacidad de ser considerado como un factor determinante en la estrategia de la geopolítica internacional. El problema está en la disyuntiva entre “el agua como un bien común social ligado al derecho a la vida, enfrentado a la definición de la misma como un recurso con valor económico y estratégico, definido además por poderosos grupos económicos y los intereses geoestratégicos de terceros países” (en Yepes & Ramirez, 2011, p. 152). Es por ello que las políticas deberían estar enfocadas a alcanzar la conjunción de esta dicotomía, integrando el bienestar social y la explotación óptima del recurso.

A nivel global, la disputa se enmarca entre quiénes defienden el acceso al agua como un derecho humano y quienes consideran que por su carácter escaso, es esencial una administración eficiente del recurso. Esta última posición fue la defendida por la oleada de privatizaciones de la década neoliberal a partir del Consenso de Washington, y por el Consejo Mundial del Agua. Sin embargo, debido a las experiencias fallidas, el eje se ha trasladado. En el IV Foro Mundial del Agua, la vicepresidenta de Infraestructura y Desarrollo del Banco Mundial enfatizó la importancia del sector público (Castro, 2007). 

A partir de los reclamos presentados por Bolivia luego de la Guerra del Agua, la Asamblea General de la ONU declaró el acceso al recurso como un derecho humano. La resolución estableció también:

Exhorta a los Estados y las organizaciones internacionales a que proporcionen recursos financieros y propicien el aumento de la capacidad y la transferencia de tecnología por medio de la asistencia y la cooperación internacionales, en particular a los países en desarrollo, a fin de intensificar los esfuerzos por proporcionar a toda la población un acceso económico al agua potable y el saneamiento (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2010, p. 3).

De todo lo anterior se desprende que está entre las responsabilidades de los Estados el comprometerse a efectivizar el derecho de acceso al agua, limitando la actividad de las empresas bajo un mecanismo de libre mercado. Sin embargo, puede que la administración pública no sea la salvación que se esperaba. En países en desarrollo las “empresas de servicio público no logran abastecer a la población” (PNUD, 2006, p. 10) y presentan dificultades en la eficiencia y financiación. Es necesario alcanzar un equilibrio entre los estándares de calidad e igualdad en el acceso, y la necesidad de atraer inversores con costos y beneficios realistas. Para tal fin, la concertación global y la asistencia económica internacional son fundamentales. 

3.1 La crisis de agua y saneamiento

Uno de los indicadores más importantes para medir la efectividad del derecho al agua tiene que ver con el correcto saneamiento del recurso. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo afirmó que “la expansión del saneamiento contribuyó a que la esperanza de vida aumentara” y que se rompiera el “vínculo entre el agua sucia y las enfermedades infecciosas” (PNUD, 2006, p. 5). Se considera que el umbral mínimo de necesidad es de aproximadamente 20 litros al día (PNUD, 2006). Existen personas que no tienen acceso al agua limpia, mientras otras dejan gotear de sus canillas la cantidad de agua necesaria para satisfacer a 1.000 millones de personas, estamos frente a una clara inequidad en la distribución. Esto no es sólo un problema de gestión, sino que tiene una dimensión estrictamente geográfica: existen zonas del mundo dotadas de mayor cantidad de recursos que otras.

Las zonas con mayores reservas de agua se encuentran en América del Sur y África Central. Son, por lo tanto, las zonas que sufren de menos estrés hídrico en el presente, ya que las dimensiones de sus reservas permiten un nivel estable de extracción en relación a la velocidad de reposición natural de las mismas (Ver Mapa 1). En cambio, en lugares como Estados Unidos y la India, la velocidad de extracción de los recursos permite vislumbrar un pronto agotamiento. Aquí es donde se articula la última dimensión que se desarrolla en el informe: la seguridad. 

MAPA 1. Nivel de estrés en los recursos hídricos por cuenca hídrica. (ver en informe completo)

Fuente: AQUASTAT – FAO (2022).

3.2 La competencia por los recursos

En su libro “Guerras por los recursos”, el autor Michael Klare plantea que “porque son valiosos y confieren poder y riqueza, la disputa de los recursos deviene un rasgo cada vez más destacado del panorama mundial” (2003, p. 11). El informe anterior del CEERI Joven ejemplifica esta cuestión a través de la disputa por la Cuenca del Río Jordán (Soto et al., 2021). Sin embargo, la escasez del agua no es considerada un desencadenante del conflicto en sí mismo, sino un exacerbante de otras tensiones ya existentes (Abbot et al., 2006). Para evitar que la disputa por el recurso sea catalizador de guerras y enfrentamientos, es necesario afianzar la cooperación y coordinación entre los Estados que comparten cuencas, ríos y lagos. La coordinación internacional en la administración de recursos fue, históricamente, la impulsora de grandes procesos de cooperación e incluso integración regional, construyendo bases para el progreso de la paz entre Estados. Un gran ejemplo fue la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, creada luego de la Segunda Guerra Mundial y antecedente de la actual Unión Europea. 

Desde los países desarrollados, donde la escasez no es un problema inmediato, es menester poner en marcha transiciones hacia procesos productivos que reduzcan la utilización del agua (como semillas híbridas), o la disminución del consumo de productos intensivos en este recurso (como la carne) (Klare, 2003). Si el motor de la historia continúa en esta misma dirección, la escasez llegará a todos los rincones del planeta, y entonces será demasiado tarde. 

  1. El dilema latinoamericano

En América Latina, la geopolítica del agua está enmarcada en los términos de la disputa global, pero también se encuentra condicionada, entre otros factores, por las estructuras productivas latinoamericanas y los conflictos internos derivados de la condición transfronteriza de gran porción del recurso hídrico.

4.1 La privatización del agua

En Latinoamérica, el intento de privatización del recurso público fue justificado bajo la necesidad de reducir costos para el consumidor y mejorar la condición del servicio, así como una necesidad de estabilizar la economía luego de grandes desestabilizaciones políticas (Solanes, 1998). Sin embargo, las experiencias no alcanzaron las expectativas esperadas. De acuerdo al Informe PRINWASS financiado por la Comisión Europea y desarrollado por la Universidad de Oxford:

La expansión de la participación privada en el sector se caracteriza por una clara tendencia al incumplimiento con las obligaciones contractuales por parte de muchos de los proveedores privados (por ejemplo, con respecto a los objetivos de inversión o al mantenimiento de estándares de calidad establecidos inicialmente en los contratos de concesiones) (Castro, 2007). 

A su vez, el estudio afirma que las inversiones privadas no inyectaron nuevo capital en las empresas, sino que utilizaron el cobro de los servicios a los usuarios como fuente principal de financiamiento (Castro, 2007). Si bien las privatizaciones permitieron la transferencia de tecnología necesaria para modernizar los servicios sanitarios y la sucesiva ampliación del servicio, el costo de tal transición recayó enteramente sobre los usuarios, quiénes vieron un aumento progresivo de sus tarifas (Fischer y Serra, 2007).

La experiencia latinoamericana recalca una vez más la necesidad de coordinación entre los intereses privados y públicos, y entre la necesidad de inversión y de regulación en países donde generalmente se relegan las segundas en pos de las primeras.

4.2 Un análisis desde la periferia

Como se mencionó anteriormente, las actividades productivas necesitan de la extracción de agua, por lo que su acceso y administración impacta directamente sobre el desarrollo económico de un país. El siguiente mapa ofrece una interpretación inicial sobre la situación global del recurso:

MAPA 2. Sector dominante en la extracción de agua dulce por cuenca hídrica. (ver en informe completo)

Fuente: AQUASTAT – FAO (2022).

Mientras la extracción de agua se centra en la producción agrícola en el Sur Global, la industria es la que pone su peso en el Norte. El agua utilizada en la manufactura es medida a través del “agua virtual”: agua que se utiliza para producir una mercancía o un servicio. La importación y exportación de esta mercancía implica la importación y exportación del agua que contiene. El 80% del agua virtual se encuentra en los productos agropecuarios (Segrelles Serrano, 2007). Entonces, en el marco de una división internacional del trabajo entre países exportadores de materias primas y de manufacturas con valor agregado, el agua es transferida desde los países del Sur Global hacia el Norte, en detrimento del consumo interno de los países agroexportadores. 

4.3 Los esfuerzos de coordinación regional

Históricamente, los países latinoamericanos han respondido al dilema de la dependencia mediante la concertación regional. El carácter transfronterizo del recurso en países como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, que comparten el Acuífero Guaraní, requiere de actividad concertada para evitar la contaminación de las napas o la sobreexplotación del recurso. Sin embargo, los intentos de cooperación se tensionan con las necesidades nacionales de abastecimiento de agua para el consumo y la producción, así como con las deficiencias en materia de gestión y financiamiento de infraestructura interna (Nieto, 2011). 

  1. Conflictos pasados y presentes

5.1 Crisis hídrica, inflación y la guerra en Ucrania: La crisis alimentaria en México

México se enfrenta a una severa crisis hídrica, que ha generado efectos adversos en la producción de alimentos. México, al ser una economía muy vulnerable a los embates internacionales, sufre de altos niveles de inflación que han presionado la escasez de productos básicos. El estrés hídrico se ha combinado con los factores locales e internacionales para generar una profunda crisis alimenticia.

El acceso al agua está fuertemente marcado por la desigualdad económica y social. Pese a la existencia de mayores recursos acuíferos en las regiones del sur del país, los costos del agua impiden una gestión que asegure el acceso equitativo. Las regiones del norte del país son extremadamente áridas, con poca precipitación en el año y escasas reservas acuíferas. Aunado a ello, existe una mala gestión del agua en México, por lo que se han promovido nuevos modelos de administración que generen un balance entre las necesidades sociales y las productivas (Valencia, Díaz, Vargas, 2019).

La principal afectación de la escasez del agua en México ha sido en el sector de la agroindustria, donde los productos que requieren mayor cantidad de agua se han visto afectados en su producción, por lo que resultó en el aumento desmedido del precio de la mayoría de estos productos de consumo básico (FAO-SAGARPA, 2014). Productos como el limón y el aguacate han tenido una escalada de precios que han generado una reducción drástica en su consumo, sin una posible estabilización de sus precios en el corto plazo (Becerra, 2021).

En el norte de México la producción agroindustrial tiene un menor tamaño. Aún así es un fuerte componente económico de algunos estados como Chihuahua, que poseen importantes sectores agrícolas como el vinícola, producciones con un consumo altamente intensivo de agua para la producción (Cámara de Diputados, 2020). Los productores agrícolas del norte y centro del país se han visto en la obligación de reducir su producción para poder mantener la estabilidad de las reservas de agua.

México se encuentra en un ciclo inflacionario desde el inicio de la crisis sanitaria mundial que aún no ha cedido. La disrupción en las cadenas globales de suministros durante la pandemia, profundizada por eventos que causaron una crisis logística como el bloqueo del Canal de Suez, han generado que los precios del comercio internacional se encuentren al alza, por lo que un fuerte componente de la inflación en México es importado (Bairagi, Mishra, Mottaleb, 2022). La sequía en México tiene un efecto severo sobre las presiones inflacionarias, pues el aumento del nivel de precios por la contracción en la producción afecta principalmente a la población más vulnerable.

La guerra en Ucrania ha tenido efectos adversos en América Latina, tanto políticos como económicos. Las sanciones impuestas a Rusia que impiden su acceso a mercados internacionales y el cese de la producción agrícola en Ucrania causaron la escasez internacional de granos dada su importancia en la producción global (Guénette, Kenworthy, Wheeler, 2022). Los productos derivados de granos, principalmente aceites comestibles y alimento para ganado, han generado que la inflación continúe en aumento a nivel global, mientras que en México se ha traducido en mayores complicaciones para la producción de alimentos. 

México y América Latina poseen sistemas de producción agrícola altamente vulnerables a los embates de la economía internacional. Pese a poseer un acceso relativamente estable a recursos hídricos, la escasez y la presión hídrica son elementos que afectan al sector agrícola, el cual conforma uno de los sistemas indispensables para el consumo interno y exportación global. 

  1. Conclusión

El agotamiento y creciente escasez del agua en muchos lugares del globo, las sequías cada vez más duras, prolongadas y recurrentes y el aumento constante de las necesidades humanas y económicas han producido, producirán en el futuro inmediato, conflictos entre países y entre regiones por el control y empleo del agua. El presente informe propuso identificar las dimensiones que intervienen en la geopolítica del agua y su impacto sobre la sociedad, el gobierno y las relaciones internacionales. En un mundo de necesidades ilimitadas y recursos escasos, la gestión del agua se transforma en un elemento desestabilizante para los gobiernos tanto a nivel regional como a nivel internacional. Sin embargo, su importancia para el desarrollo económico y la soberanía de los Estados no debe opacar su valor para la dignidad humana, es por ello que las políticas deberían estar enfocadas a alcanzar la conjunción de esta dicotomía, integrando el bienestar social y la explotación óptima del recurso. El acceso al agua es un derecho humano que algunos aún no pueden alcanzar. Todavía hay tiempo para que los esfuerzos se dirijan a una gestión concertada y pacífica entre Estados, que vele por la sostenibilidad del recurso y la vida de las generaciones que vendrán. 

Bibliografía consultada

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Bairagi, S., Mishra, A., & Mottaleb, K. (2022). Impacts of the COVID-19 pandemic on food prices: Evidence from storable and perishable commodities in India. PLoS One, 1-15.

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