Por: Ballejos Giuliana. Estudiante avanzada de Relaciones Internacionales por la Universidad Abierta Interamericana.

En Occidente suele predominar una imagen estereotipada sobre las mujeres musulmanas. Prevalece la idea de que el islam es una religión de naturaleza patriarcal, misógina y machista, considerada como la principal causa de la discriminación y desigualdad que sufren desde tiempos inmemorables las mujeres en Oriente Medio. Se las considera sumisas, pasivas, subordinadas, dóciles, quienes viven presas de su religión y tienen como único objetivo seguir las normas y la forma de vida que el islam y sus maridos les imponen; motivos por los cuales el feminismo occidental suele ver esta forma de vida como un ejemplo totalmente ajeno y una contracara de lo que este movimiento busca representar. Sin embargo, estos estereotipos suelen ser parte de una imagen negativa construida por Occidente acerca de la cultura musulmana, divulgada a través de diferentes herramientas tales como el cine, la narrativa o los medios de comunicación. Generalmente, al desconocer las bases de esta religión tan compleja como lo es el islam, así como también la cultura oriental y los distintos contextos los cuales tienen diversas particularidades, se cae en una cierta generalización la cual continúa reproduciendo discursos de islamofobia (en múltiples ámbitos, no solo en lo que refiere al género), lo cual a su vez contribuye a que se siga mirando a los musulmanes con cierto recelo.

El islam les ha brindado a las mujeres determinados derechos que resultaron ser totalmente revolucionarios en la Arabia del siglo VII, de manera tal que se encontraban mejor que las mujeres de cualquier otra sociedad del mundo. De hecho, obtuvieron derechos que no eran poseídos ni siquiera por el resto de la ciudadanía en Occidente. 

Una de las tantas costumbres islámicas que desatan polémica es la referida al hiyab, ya que muchas veces es visto como un símbolo de marginación. Sin embargo, para las mujeres musulmanas esto no representa un acto de sumisión como muchas veces se cree, sino tan solo una expresión voluntaria de su fe y sumisión a Dios, un mandato divino el cual las protege contra la agresividad sexual de los hombres y define su lugar en la sociedad, manteniendo intactos tanto el orden social como moral. Además, el hiyab también representa un sentimiento de negación hacia el colonialismo y hacia la cultura occidental. Por lo tanto, también se lo puede observar como un símbolo de “protección” contra el colonizador, la globalización y las políticas y los valores hegemónicos occidentales. No obstante, el Corán no impone ninguna codificación o legislación sobre la necesidad y la obligatoriedad de llevar un uniforme religioso y estrictamente islámico, tal como lo afirma el discurso tradicionalista. También es importante destacar que las santas escrituras musulmanas plantean la igualdad entre ambos géneros, pero estas ideas han sido claramente distorsionadas por la influencia de la cultura patriarcal. Se plantea la igualdad espiritual y religiosa para ambos géneros de la siguiente manera: “Dios ha preparado el perdón y una magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotas y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que, y las que dan limosna, los que, y las que ayudan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Dios (Corán, 33: 35).” 

Debe tenerse en cuenta el hecho de que la interpretación de los textos religiosos, así como también la interpretación de la ley islámica, siempre han sido realizadas por hombres. Esto ha cobrado fuerza en la creación de grupos feministas musulmanes, como por ejemplo el SIS (Sisters In Islam). Su propuesta consiste en la relectura del Corán, teniendo como propósito superar el sesgo sexista de las interpretaciones oficiales, las cuales complejizan y aumentan aún más la desigualdad entre hombres y mujeres. Por esto mismo, proponen realizar nuevas lecturas e interpretaciones de las sagradas escrituras islámicas, con la participación de mujeres para recuperar el mensaje originario y esencial del islam, y usarlo en la implementación de la justicia de género en los contextos musulmanes.

La mayoría de las mujeres islámicas ven al feminismo occidental como un producto de la globalización que no representa sus realidades particulares y que no hace más que seguir reproduciendo desigualdades de género al no respetar las decisiones individuales de las islámicas e imponer en su ideología feminista una cierta “tensión” entre el feminismo y la religión. De hecho, el teólogo Tamayo considera que hay un pacto para proyectar una imagen errónea de la mujer musulmana. «Hay una alianza entre los fundamentalismos, el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo: Los cuatro sistemas de dominación convergen en esa necesidad de que la mujer sea marginada, discriminada, excluida, victimizada, demonizada, porque de esa manera se refuerza aún más ese modelo colonial, patriarcal, capitalista occidental». En este panorama desolador, el docente considera que el fundamentalismo está ganando terreno en el plano político, que repercute negativamente en las mujeres, «En el caso de Israel, con esas agresiones sistemáticas a Palestina, y también en el campo religioso, para justificar la violencia en el nombre de dios en base a una supuesta liberación que en el fondo lo que sigue generando es opresión y violencia hacia las mujeres» (Tamayo, Juan José, 2019). 

De esta manera, se origina una especie de alianza entre el patriarcado político y el patriarcado religioso, de forma que el religioso prolonga, legitima y refuerza al patriarcado político dentro de un sistema múltiple de dominación. 

Para concluir, podemos observar que la discriminación no se encuentra en el Corán, sino en su interpretación patriarcal. No se puede hablar de un único modelo de mujer dentro del islam. Por lo tanto, la teoría feminista de la interseccionalidad presenta un cambio de paradigma respecto a la teoría feminista occidental hegemónica, la cual en muchas ocasiones solo se limita a representar las problemáticas de las mujeres occidentales, blancas y de clase media, sin tener en cuenta las distintas realidades que viven las demás mujeres en el mundo y los diversos contextos, en los cuales se presentan problemáticas totalmente diferentes. 

Por lo tanto, se puede tomar a esta teoría interseccional como una herramienta positiva para el feminismo musulmán, ya que permite representar a través de la misma las distintas problemáticas, marginalizaciones y discriminaciones que caracterizan a las mujeres islámicas, no sólo excluidas por su género, sino también por su religión, nacionalidad, etnia, etc. Además, el feminismo occidental generalmente busca preservar una distancia entre la religión y las identidades femeninas, cuando el feminismo, en mi opinión, debe ir en busca de la aceptación y el respeto ante las distintas elecciones individuales de las mujeres de todo el mundo, sin importar su clase social, nacionalidad, religión, raza, etnia o sexualidad.

Referencias:

Moualhi, D. (S.F). Mujeres musulmanas: estereotipos occidentales versus realidad social. Universitat Autònoma de Barcelona. Departament d’Antropologia Social i de Prehistòria 08193 Bellaterra (Barcelona). Spain. 

https://ddd.uab.cat/pub/papers/02102862n60/02102862n60p291.pdf 

Planas, D. B. (S.F). La condición de la mujer en el islam: del texto del Corán a su interpretación. Universidad de Barcelona. 

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3985476 

Salem, Sara (2014). Feminismo islámico, interseccionalidad y decolonialidad. Tabula Rasa, (21), 111-122. ISSN: 1794-2489.

https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=396/3963382100 

Tamayo, Juan José (2019). “Los estereotipos sobre las mujeres musulmanas se desmontan en las primaveras árabes, donde fueron las grandes protagonistas”. Universidad de Cantabria. 

https://web.unican.es/noticias/Paginas/2019/julio_2019/Curso-islam.aspx#:~:text=Para%20Tamayo%2C%20no%20se%20puede,mundo%20%C3%A1rabe%20musulm%C3%A1n%22%2C%20explica.

 

Este es un artículo de opinión.

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