Leonel De Ruba, Tesista de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Salta. Miembro del Instituto de RR.II. y Ciencia Política de UCASAL.

Cita sugerida: De Ruba, L. (29 de mayo de 2023). La Metamorfosis Global: Del Unipolarismo al Multipolarismo en el Siglo XXI. Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales.

Palabras clave: unipolar, multipolar, sistema internacional, globalización

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En el transcurso de la segunda década del siglo XXI, el sistema internacional ha presenciado un cambio de paradigma fundamental. Durante gran parte del siglo pasado, un único actor, Estados Unidos, ocupó el papel predominante como potencia hegemónica, ejerciendo una influencia sin precedentes en los asuntos mundiales.

Sin embargo, en los últimos años, hemos sido testigos de una evolución drástica que ha transformado el orden internacional de manera significativa. Un nuevo escenario ha emergido, caracterizado por la coexistencia y la competencia entre múltiples actores con una destacada labor internacional, entre los que se destacan China, India, Rusia, entre otros países que han ganado influencia y protagonismo en el escenario global.

Este artículo tiene como objetivo explorar en detalle la transición del sistema u orden internacional desde la unipolaridad a la multipolaridad en el siglo XXI. Se analizala génesis y los factores impulsores de este cambio, así como las implicaciones políticas, económicas y estratégicas que se derivan de esta transformación global. Además, se examinarán los efectos de esta transición en los equilibrios de poder, la toma de decisiones internacionales y la gobernanza mundial.

El ascenso de potencias emergentes como China e India ha desafiado el status quo establecido durante décadas, generando nuevas dinámicas de competencia y cooperación a nivel global. Esta transformación multipolar ha planteado una serie de desafíos y oportunidades tanto para los actores tradicionales como para los emergentes, por lo que, el surgimiento de múltiples polos de poder ha alterado la dinámica de las relaciones internacionales, poniendo en tela de juicio la supremacía y el liderazgo unipolar ejercido por Estados Unidos durante tanto tiempo.

A través de este análisis, se pretende no solo brindar una visión integral de la transformación del sistema internacional, sino también plantear reflexiones sobre las implicaciones futuras de este nuevo escenario. Comprender y adaptarse a esta nueva realidad multipolar se ha vuelto crucial para los actores estatales, las organizaciones internacionales y los estudiosos de las relaciones internacionales.

Transformaciones del Sistema Internacional en el Siglo XXI: De Unipolar a Multipolar

En las últimas dos décadas de este siglo, el sistema internacional ha experimentado una serie de cambios profundos que han marcado una transición significativa desde un orden unipolar a uno multipolar. Estos cambios se han manifestado en diversas áreas y han reconfigurado la estructura y las dinámicas del sistema mundial.

El cambio orden ha sido resultado de una serie de eventos y transformaciones que han reconfigurado el panorama geopolítico generando así un nuevo equilibrio de poder a nivel mundial. Estos eventos clave han desempeñado un papel significativo en la transición, siendo necesaria su breve identificación de manera temporal y detallada para comprender que este fenómeno se presenta desde comienzos de siglo.

Una de las primeras señales de cambio se produjo con la crisis financiera de 2007-2008. Esta crisis afectó profundamente la economía mundial y debilitó la confianza en el sistema financiero occidental, especialmente en Estados Unidos y Europa. Como consecuencia, se puso en tela de juicio el liderazgo económico y la estabilidad de las potencias occidentales, abriendo espacio para la emergencia de nuevas potencias y la reconfiguración del equilibrio de poder.

En este contexto, la creación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en 2009-2010 fue un hito importante. Estas economías emergentes representaban un gran potencial y comenzaron a desempeñar un papel más influyente en el escenario internacional. La formación de los BRICS fue un claro desafío al dominio económico y político ejercido por las potencias occidentales, y sentó las bases para una mayor multipolaridad en el sistema internacional.

La Primavera Árabe, que tuvo lugar entre 2011 y 2015, fue otro evento crucial en el cambio de paradigma. Este movimiento popular en varios países del Medio Oriente y África del Norte buscaba derrocar regímenes autoritarios promoviendo la democracia y los derechos humanos. La Primavera Árabe generó inestabilidad en la región buscando cambios significativos en la política y la gobernanza de estos países, lo que tuvo repercusiones en el equilibrio de poder global.

El Euromaidán y la crisis de Ucrania en 2014 también desempeñaron un papel destacado en la transición hacia un sistema multipolar. El conflicto en Ucrania, provocado por la anexión rusa de Crimea, desencadenó tensiones geopolíticas entre Rusia y Occidente. Esta crisis condujo a una escalada de sanciones y tensiones entre Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, debilitando la cohesión occidental lo que provocó la gestación de nuevas alianzas y coaliciones en la escena internacional.

El aislamiento de Estados Unidos bajo la administración Trump entre 2016 y 2020, marcado por su enfoque de America First -América primero- y la adopción de políticas unilaterales, también contribuyó al cambio de paradigma. El distanciamiento de Estados Unidos de sus tradicionales aliados como de las organizaciones internacionales de las que había sido su puntal, forjó un vacío de liderazgo y abrió espacio para que otras potencias emergentes asumieron un papel más prominente en la toma de decisiones globales.

El Brexit, el referéndum en el Reino Unido en 2016 para salir de la Unión Europea, también fue un evento significativo que afectó la dinámica geopolítica. La salida del Reino Unido de la UE debilitó la unidad y la influencia de Europa, mostrando una debilidad del bloque económico-político más importante de occidente.

La pandemia de COVID-19, que comenzó a fines de 2019, ha tenido un impacto global sin precedentes, del que puede sostenerse que aceleró aún más la transición hacia un sistema multipolar. La respuesta a la pandemia ha revelado tanto las fortalezas como las debilidades de las diferentes potencias y ha redefinido las relaciones internacionales. Además, la crisis económica resultante ha alterado los equilibrios económicos globales suscitando una sustancial transformación de las cadenas de suministro y la distribución del poder económico.

Finalmente, la reciente invasión de Rusia a Ucrania en 2022 ha tenido profundas repercusiones en el orden internacional actual. Este conflicto ha aumentado las tensiones entre Rusia y Occidente, ha generado nuevas alianzas y coaliciones en respuesta a la agresión rusa, y ha planteado serias preocupaciones sobre la seguridad y la estabilidad en Europa y más allá.

En conjunto, estos eventos y transformaciones han dado lugar a un cambio de paradigma en el sistema internacional, pasando de un orden unipolar dominado por las potencias occidentales a un sistema multipolar más equilibrado entre Occidente, Oriente y sobre todo, las potencias emergentes provenientes del sur global.

Este nuevo orden internacional se caracteriza por la emergencia de potencias como China, Rusia, Sudáfrica, India y Brasil, así como por una mayor diversidad de actores y perspectivas en la toma de decisiones globales. El resultado es un escenario más complejo y desafiante, donde la cooperación y el diálogo entre las potencias tradicionales y emergentes son esenciales para abordar los desafíos globales para promover la estabilidad y el desarrollo sostenible.

Las Implicancias de un Cambio de Paradigma en el Orden Mundial: el Sistema Liberal en Crisis

Un cambio de paradigma en el orden internacional tiene diversas consecuencias que impactan tanto en la cooperación como en la competencia, rivalidad y fricción entre los actores involucrados. La transición hacia un sistema multipolar genera una mayor competencia por recursos, influencia y poder, ya que, las potencias emergentes buscan consolidar su posición en el escenario internacional para así obtener ventajas económicas y estratégicas, lo que puede generar tensiones y rivalidades con las potencias establecidas.

Por otro lado, este cambio de paradigma también puede fomentar la cooperación entre los diferentes actores. A medida que el equilibrio de poder se configura, se vuelve esencial establecer alianzas y coaliciones para abordar los desafíos globales buscando aunar entre las potencias tradicionales y emergentes áreas de interés común con el firme objetivo de consolidar un trabajo en conjunto en temas tales como el cambio climático, la seguridad regional y la gobernanza global.

Sin embargo, la fricción y las diferencias ideológicas pueden generar tensiones en el orden internacional liberal. Las potencias emergentes a menudo tienen perspectivas y valores diferentes en relación con la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión, propias de su cultura, sistema político, desarrollo económico o histórico. Esto puede llevar a conflictos ideológicos y desafíos en la promoción de los principios liberales en la política internacional, que genera un cierto nivel de conflictividad internacional entre los actores.

En su obra Theory of International Politics, Waltz  sostiene que cuando se produce un cambio en la distribución del poder, los Estados tienden a adaptarse y buscar alianzas estratégicas para contrarrestar el poder de los actores emergentes. Este proceso de adaptación y búsqueda de equilibrio puede generar tensiones y competencia entre los Estados, ya que cada uno busca maximizar su poder y seguridad (Waltz, 1979).

Además, el cambio de paradigma puede cuestionar la legitimidad y la eficacia de las instituciones y normas establecidas en el orden internacional liberal. Las potencias emergentes pueden buscar reformas en organizaciones internacionales y estructuras de gobernanza existentes para reflejar mejor su creciente influencia y poder. Esto puede generar tensiones con las potencias establecidas y requerir un proceso de adaptación y negociación para mantener un equilibrio entre la estabilidad y la inclusión en el sistema internacional.

Desafíos y Oportunidades en Materia de Seguridad en un Sistema Multipolar

La transición hacia un sistema multipolar en el siglo XXI ha planteado nuevos desafíos y oportunidades en el ámbito de la seguridad internacional. A medida que varias potencias emergentes compiten por la influencia global, se han generado rivalidades y tensiones geopolíticas que requieren una gestión cuidadosa. Además, el surgimiento de amenazas transnacionales y no tradicionales ha planteado la necesidad de una cooperación global más efectiva en materia de seguridad.

Las rivalidades y tensiones geopolíticas han surgido como resultado de la competencia por recursos naturales y energéticos. El acceso a fuentes de energía estratégicas y a rutas comerciales vitales ha llevado a conflictos de intereses que tiene como resultado disputas territoriales entre las potencias emergentes y las potencias establecidas. Esto ha planteado desafíos para la estabilidad regional y la seguridad global, así como para el papel de las alianzas militares que han tenido que adaptarse a este nuevo escenario multipolar.

A ello se suman las amenazas transnacionales y no tradicionales, las cuáles han adquirido una mayor relevancia en un sistema multipolar. El terrorismo, el crimen organizado, los ciberataques y otros desafíos transnacionales no reconocen fronteras nacionales requiriendo así una cooperación global más estrecha para hacerles frente de manera efectiva. Esto implica la necesidad de fortalecer los mecanismos de cooperación en materia de seguridad, así como de adaptar los marcos legales y de seguridad a los nuevos desafíos emergentes.

La cooperación y la diplomacia desempeñan un papel fundamental en la gestión de la seguridad en un sistema multipolar. El diálogo enmarcado dentro de la diplomacia es una herramienta clave para la resolución de conflictos y la prevención de crisis. Asimismo, los mecanismos de cooperación en materia de seguridad, como los acuerdos regionales y las operaciones conjuntas, se vuelven aún más relevantes en este contexto. Sin embargo, equilibrar los intereses nacionales y globales en la promoción de la seguridad colectiva sigue siendo un desafío constante.

La regulación de armamentos nucleares también plantea desafíos en un sistema multipolar. La proliferación de armas nucleares y otros armamentos puede aumentar la inestabilidad internacional, por lo tanto, es fundamental fortalecer los tratados internacionales de control de armamentos y no proliferación, promoviendo la transparencia y la confianza mutua entre los actores globales.

En este nuevo contexto, la búsqueda de soluciones efectivas requieren un enfoque multidimensional y una colaboración estrecha entre los actores internacionales. Es así que a continuación, se presentan algunas medidas que podrían abordar estos desafíos y aprovechar las oportunidades en materia de seguridad en un sistema multipolar:

  • Fomentar el diálogo y la diplomacia: Es esencial promover canales de comunicación abiertos y constructivos entre los diferentes actores. El diálogo directo puede ayudar a reducir las tensiones y a construir confianza mutua, lo que facilita la resolución de conflictos y la prevención de crisis.
  • Fortalecer la cooperación regional y global: La cooperación en materia de seguridad a nivel regional y global es fundamental para abordar las amenazas transnacionales y no tradicionales. Los acuerdos y mecanismos de cooperación existentes deben fortalecerse y adaptarse a las nuevas realidades del sistema multipolar.
  • Promover la transparencia y la confianza mutua: La transparencia en la toma de decisiones y en las acciones de los actores internacionales puede ayudar a reducir las percepciones negativas y a construir confianza entre ellos. Esto implica compartir información relevante y cumplir con los compromisos internacionales en materia de seguridad.
  • Reforzar los marcos legales y normativos: Los marcos legales y normativos internacionales deben adaptarse a los nuevos desafíos en materia de seguridad. Esto implica revisar y fortalecer los tratados existentes, así como desarrollar nuevas normas y regulaciones que aborden las amenazas emergentes.
  • Impulsar la diplomacia preventiva: La diplomacia preventiva desempeña un papel crucial en la anticipación y mitigación de conflictos. Los esfuerzos diplomáticos tempranos pueden ayudar a resolver disputas antes de que escalen y se conviertan en amenazas para la seguridad internacional.
  • Invertir en capacidades de respuesta y prevención: Los países y las organizaciones internacionales deben invertir en capacidades de respuesta y prevención de crisis. Esto implica fortalecer las capacidades militares, mejorar la cooperación en inteligencia y ciberseguridad, y promover la educación en seguridad a nivel nacional e internacional.
  • Fomentar la responsabilidad compartida: En un sistema multipolar, todos los actores tienen una responsabilidad compartida en la promoción de la seguridad internacional. Esto implica asumir compromisos y trabajar de manera colaborativa para abordar los desafíos comunes, como el terrorismo, el cambio climático y la proliferación de armas.

Claramente, la transición hacia un sistema multipolar en el siglo XXI plantea desafíos y oportunidades en materia de seguridad, por ello, la cooperación, la diplomacia, el fortalecimiento de los marcos legales y normativos, en concordancia de la promoción de mecanismos que generen transparencia y confianza mutua son elementos clave para abordar estos desafíos y aprovechar las oportunidades en un sistema multipolar.

El Ascenso de los Actores Emergentes en un Sistema Multipolar

El sistema multipolar que se ha configurado en el siglo XXI, ha dado lugar al ascenso de nuevos actores que desempeñan un papel cada vez más relevante en la arena internacional. Países como China, India, Brasil, Rusia, Sudáfrica, Indonesia, Malasia, Vietnam y otros han experimentado un crecimiento económico significativo, lo que ha llevado a un aumento de su influencia en los asuntos globales y ha desafiado el orden establecido en la distribución tradicional del poder.

El surgimiento de estas nuevas potencias ha reconfigurado las alianzas y coaliciones en el escenario mundial. Los actores emergentes han fortalecido sus relaciones regionales estableciendo coaliciones estratégicas entre ellos, lo que ha alterado el equilibrio de poder en aras de dinámicas que potencian la competencia y cooperación con las potencias establecidas. Este nuevo entramado de alianzas ha impactado en la toma de decisiones en la gobernanza global, ya que los actores emergentes reclaman una mayor voz y participación en las instituciones internacionales.

Además del ámbito político, los actores emergentes también han desempeñado un papel fundamental en la economía mundial. Su crecimiento económico sostenido ha generado importantes cambios en los patrones de comercio como en las estructuras financieras globales. En este contexto, es relevante mencionar la caída del sistema de Bretton Woods, que había sido establecido después de la Segunda Guerra Mundial cuyo basamento es el dólar estadounidense como moneda de referencia en el comercio internacional (Schulz, 2016).

El ascenso de los actores emergentes ha debilitado la hegemonía del dólar y ha dado lugar a una mayor diversificación de las monedas utilizadas en el comercio internacional, lo que a su vez, ha planteado desafíos para la estabilidad monetaria global y ha requerido nuevas formas de cooperación y coordinación entre los países.

En este sentido, muchos países han comenzado a explorar la desdolarización de sus transacciones comerciales, buscando reducir su dependencia del dólar estadounidense. Este fenómeno se ha observado en diferentes regiones del mundo, donde se han establecido mecanismos alternativos de pago y se han promovido acuerdos de intercambio en monedas locales. La desdolarización en el comercio implica una mayor autonomía económica para los actores emergentes, así como la diversificación de los riesgos asociados a la volatilidad del dólar.

Cabe resaltar las iniciativas de Rusia, China e India para optar por sus monedas, el rublo, el yuan y la rupia, respectivamente, como nuevas unidades de transacción comercial en lo que respecta a su comercio exterior, abandonado así la exclusividad del dólar.

Es así que el ascenso de los actores emergentes también se ha reflejado en su activismo diplomático y en su influencia en la agenda global. Estos países han aumentado su participación en foros internacionales buscando un mayor protagonismo en la toma de decisiones sobre temas cruciales, como el cambio climático, el desarrollo sostenible y la gobernanza económica. Su enfoque en temas regionales y en la promoción de un orden mundial más equitativo ha llevado a un cambio en la forma en que se abordan los desafíos internacionales.

China ha experimentado un rápido crecimiento económico y se ha convertido en una potencia mundial, ha buscado un mayor protagonismo en la toma de decisiones globales incrementando su papel en organismos como la ONU, el FMI y otros.

En especial a través de iniciativas como el Acuerdo de París, China ha mostrado su compromiso con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero junto a la promoción de energías renovables. También, se puede nombrar el anhelo de Brasil y de India de formar parte permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y otras decisiones que adoptan las potencias regionales para ser parte como protagonistas de la discusión de los foros o instituciones internacionales

Conclusiones

En conclusión, la transición hacia un mundo multipolar en las relaciones internacionales genera un conjunto de fortalezas, oportunidades, debilidades y posibles escenarios que deben tenerse en cuenta.

Entre las fortalezas, se destaca el surgimiento de nuevas potencias ascendentes como China, Rusia e India, que están desafiando el dominio tradicional de potencias descendentes como Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea. Estas potencias emergentes poseen recursos económicos, militares y tecnológicos significativos, lo que les otorga una mayor influencia en el escenario internacional.

Las oportunidades de esta transición hacia un mundo multipolar radican en la posibilidad de una mayor diversidad de perspectivas y enfoques para abordar los desafíos globales. La participación activa de las potencias ascendentes en la toma de decisiones internacionales puede llevar a soluciones más equitativas y representativas, y fomentar una mayor cooperación en áreas como el comercio, la seguridad y el desarrollo sostenible.

No obstante, existen debilidades y desafíos en este nuevo escenario multipolar. El choque de intereses entre las potencias ascendentes y descendentes puede generar tensiones y rivalidades, tanto en el ámbito económico como en el político. Las diferencias ideológicas, los conflictos de poder y las disputas territoriales podrían aumentar, lo que requerirá un esfuerzo considerable para establecer mecanismos de diálogo y resolución pacífica de conflictos.

En cuanto a la economía mundial, el cambio de paradigma hacia un mundo multipolar implica un reajuste en los flujos comerciales, las inversiones y las políticas económicas. Las potencias emergentes están ganando cada vez más peso en el escenario económico global, desafiando la supremacía económica tradicionalmente ejercida por las potencias descendentes. Este cambio puede generar oportunidades de crecimiento y desarrollo para los países emergentes, pero también plantea desafíos en términos de competencia y ajuste en las economías establecidas.

Podemos vaticinar que, en los posibles escenarios, es fundamental promover un equilibrio entre la competencia y la cooperación entre las potencias ascendentes y descendentes. La búsqueda de un orden internacional más inclusivo, basado en el respeto mutuo y la negociación, puede ayudar a mitigar las tensiones y promover la estabilidad global. El establecimiento de mecanismos de gobernanza efectivos, reformas institucionales y diálogo estratégico entre las diferentes potencias será crucial para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presenta este nuevo escenario multipolar.

En resumen, la transición hacia un mundo multipolar en las relaciones internacionales implica una reconfiguración de poder y dinámicas que presentan fortalezas, oportunidades, debilidades y desafíos. El futuro de este cambio de paradigma dependerá en gran medida de la capacidad de las potencias ascendentes y descendentes para encontrar un equilibrio y trabajar juntas en pos de un orden internacional más estable, inclusivo y próspero.

Bibliografía

Schulz, Juan Sebastián (2016) Los BRICS. El surgimiento de un proyecto de nueva arquitectura financiera y de un nuevo mundo multipolar (2009-2014) (Tesis de grado). Presentada en la Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación para optar al grado de Licenciado en Sociología. Disponible en: https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1226/te.1226.pdf

Waltz, K. N. (1979). Theory of International Politics. Waveland Press.

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Este es un artículo de opinión.

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